jueves, 2 de mayo de 2013

Cruzar la línea

   

Cruzar la línea

                                                                               

¿Dónde está la línea que nos separa de ser deportistas amateurs de cualquier nivel a ser deportistas de de alto nivel?

Cuando entrenamos a diario, participamos en competiciones y vemos que nos falta un paso para estar en el grupo de los mejores, siempre nos preguntamos ¿cuál es la diferencia entre ellos y nosotros; entrenan más, genéticamente son mejores, tienen más suerte?
Entrenamos diariamente y muy duro o eso creemos, intentamos hacer bien las cosas: recuperación, alimentación, descanso, incluso tenemos un plan de entrenamiento confeccionado a nuestra medida… ¿Qué más podemos hacer? ¿Qué es lo que hacen los cracks? Esta es la gran pregunta y no vale decir lo de siempre: es que “ellos” son profesionales. Si lo son es porque en algún momento tomaron el riesgo de cruzar la línea.

Por esto el titulo del artículo: cruzar la línea. Con esto me quiero referir a que llegados a un punto de nuestra evolución como deportistas, en el que parece que no podemos avanzar mas, hay que dar una paso adelante o quedarnos como estamos, que probablemente sea en el estado que disfrutaremos mas, tanto entrenado como compitiendo, es de ese  paso que os hablo, es pasar de disfrutar a sufrir.

Supongo que encontráis que lo normal es entrenar a diario, unas distancias y horarios concretos, realizar estiramientos, comer y beber adecuadamente, descansar… Pues bien, de lo que estoy hablando es de doblar o triplicar sesiones; ojo, no de aumentar sólo los kilómetros, hablo de introducir una parte muy importante de preparación física, por ejemplo, de controlar al detalle la dieta y el aporte de los nutrientes más adecuados para cada nivel de entrenamiento, de incrementar la intensidad al máximo, de apurar las fuerzas hasta nuestro límite, cosa que nos provocará entrenar solos casi siempre, de realizar concienzudamente las recuperaciones post entrenamiento, de cumplir las series que tenemos que realizar al milímetro, de valorar constantemente los resultados del entrenamiento, de entrenar igualmente cuando el tiempo es muy malo, con frío y con lluvia, nieve o granizo, de no saltarnos el plan de entreno porque no tenemos ganas de hacer cambios de ritmo… En definitiva, de cruzar esa línea imaginaria entre jugar a entrenar o sufrir y trabajar en los entrenamientos.

Incluso hablo de ser capaces de intentarlo, aun teniendo unas aptitudes físicas discretas; no seríais los primeros que mejoráis lo que dice una prueba de valoración funcional.
Ya sé que lo primero que pensaréis es que para entrenar mejor hay que tener más tiempo; cierto, pero también es cierto que muchas veces no sabemos aprovechar el tiempo que disponemos, y otras muchas veces es problema de organización de nuestro día a día. Evidentemente, si queremos entrenar en serio, esto ha de pasar a un primer término dentro de nuestra jornada (descontando el tiempo de trabajo o estudio) y ésta también es una cuestión a valorar y superar para cruzar la línea. Muchas veces es más productivo un entrenamiento bien hecho de 45 minutos, que estar toda una mañana sin tener claro qué hacer o entrenar 3 horas a ritmo de paseo.

Y aun así,  si  decidimos dar el paso, esto tampoco es garantía de que nos convirtamos en unos grandes campeones, ni muchísimo menos; por esto es tan difícil cruzar la línea,  solo es garantía de que lo habremos intentado y de que tenemos la respuesta, y no nos quedara en nuestro interior aquella pregunta o comentario que a veces nos hacemos u oímos. ¡Si yo me hubiese dedicado en serio al deporte, hasta donde habría podido llegar!

Vuelvo a repetir: si decidimos dar el paso, pondremos delante de nosotros un reto muy difícil y muy duro, pero es el único modo de saber lo que podemos conseguir. Y hemos de ser conscientes de que no podemos ponernos excusas al mínimo contratiempo que nos pase por delante, ni pensar que claro, como no tenemos las mismas facilidades que “ellos”, no podemos pillarles. Todos los deportistas han de demostrar antes de estar, o sea que no es excusa.

Tampoco es excusa decir: es que este o el otro tienen una genética especial y todo les es muy fácil; puede ser, pero os aseguro que he visto deportistas con un “motor” muy justito, pero que con un buen plan de entrenamiento, con un buen asesoramiento y, evidentemente, dejándose la piel, saben sacarle todo el rendimiento a su cuerpo y tener unos magníficos resultados deportivos. Una buena genética sin un buen entrenamiento tampoco sirve para ganar carreras.

A veces oigo comentarios como el siguiente: tal deportista no se cuida, va de fiesta y mira dónde está… Podéis estar seguros de que por mucho que os parezca que tal deportista no hace nada de lo que estamos hablando, es totalmente falso, el que gana es que mejor hace las cosas y mejor controla todos los parámetros que condicionan una competición y además lo hace tan bien que parece que no hace nada.